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La historia de Roberto Catinari: un maestro del chocolate artesanal

Roberto Catinari nació en 1937 en Bardalone, un pequeño pueblo de las montañas de Pistoia. Su encuentro con el chocolate se produjo de niño: después de la guerra, quedó fascinado por las tabletas de chocolate que los Aliados distribuían a los niños, una experiencia que le cambió la vida.

A los 17 años, se fue a Suiza, donde trabajó en una pastelería y aprendió los secretos de una tradición refinada y meticulosa. Pero fue durante un concurso en Zúrich donde creó una obra audaz —con forma de prensa de uvas, hecha completamente de chocolate— y ganó la medalla de oro, demostrando su creatividad y técnica superior desde muy joven.

En 1974, regresó a la Toscana con el sueño de producir el chocolate de mayor calidad de Italia. Al año siguiente, abrió su histórica tienda en Agliana (Pistoia), dando origen a lo que se convertiría en el famoso "Valle del Chocolate" de la Toscana, inspirando a muchos otros maestros chocolateros de la zona.

Catinari se distingue por su constante búsqueda de la excelencia: es uno de los pocos en Italia que todavía produce los famosos chocolates "con costra de azúcar" rellenos de licor o vino (normalmente Vin Santo, Brunello o Chianti), un complejo proceso artesanal aprendido en Suiza y ahora casi extinto en otros lugares.

Su empresa artesanal, fundada en una pequeña habitación en 1982, creció rápidamente. Roberto creó más de 130 variedades de pralinés, huevos de Pascua decorados a mano, tabletas de chocolate artísticas y esculturas de chocolate: cada pieza es una obra de elegancia e imaginación.

En 2012 fue nombrado Caballero de la República por su contribución al chocolate italiano y recibió numerosos premios nacionales e internacionales por llevar la calidad artesanal de Agliana al mundo.

Roberto fue un modelo a seguir para quienes creían en el arte del chocolate: generoso, humilde e impecablemente profesional. Hasta el final de su adolescencia, continuó supervisando el laboratorio que fundó, dejando un legado de rigor, emoción y pura artesanía.

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Alessandro – Maestro chocolatero con más de 35 años de experiencia, Alessandro es el alma del laboratorio Catinari. Mano derecha de Roberto Catinari desde hace mucho tiempo, ha experimentado cada etapa de la evolución de nuestra chocolatería, contribuyendo personalmente a definir el estilo, la técnica y la excelencia que nos distinguen. Su pasión por el chocolate se ha mantenido intacta a lo largo del tiempo, impulsada por una búsqueda incansable de la perfección y un profundo respeto por la tradición artesanal. Alessandro es más que un experto: es un guardián de conocimientos, técnicas y recetas transmitidas con dedicación, y un ejemplo de cómo el amor por el mundo, con la misma energía y curiosidad de siempre, sigue guiando la producción con atención al detalle y un enfoque constante en la calidad absoluta.

Katiuscia es una mujer muy tranquila y reflexiva. Gracias a su carácter sereno, se dedica con gran atención al detalle y a los acabados de los moldes de chocolate. Presta atención a cada detalle de sus creaciones, desde el diseño hasta el acabado final: es una auténtica experta en su trabajo. Además, cuenta con muchos años de experiencia y un pulso firme, cualidades que la convierten en un gran activo para nuestro equipo.

Cinzia es una mujer directa: si tiene algo que decir, no se anda con rodeos, lo dice sin rodeos. Su carácter directo y decidido también es una ventaja en su trabajo, donde se requiere rapidez y claridad. Sus manos expertas son esenciales tanto para recubrir los bombones como para crear cada praliné. Es una mujer con un carácter fuerte y auténtico. Con una presencia sólida y decidida, da fuerza a nuestro taller.

Rosa es una de esas mujeres que, en cuanto la conoces, irradia calma y serenidad. Siempre lista para una broma o una respuesta ingeniosa, aporta ligereza y buen humor al taller. Pero tras su sonrisa se esconde una auténtica profesional: durante años, ha trabajado con gran precisión, cuidando cada detalle para asegurar que cada praliné sea perfecto, brillante y rebosante de sabor. Tiene un pulso equilibrado y seguro, incluso al elaborar delicados bombones con sabor a vino.

Fabiana siempre ha sido un referente importante para Roberto. Trabaja en ventas directas, en estrecho contacto con los clientes, y cuida con esmero la tienda. Es extremadamente meticulosa en la gestión de pedidos y la preparación de paquetes, especialmente durante la temporada navideña. Tiene un gusto exquisito al elegir cintas, papeles y los detalles que hacen especial cada paquete. Además, es una figura clave dentro de la empresa.

Barbara. Barbara es una luchadora: nada ni nadie puede detenerla. Retos que muchos podrían considerar abrumadores son, para ella, simplemente obstáculos que deben superarse con determinación. Es incansable, siempre dispuesta a hacer lo que sea necesario, sin rendirse jamás. Tiene una habilidad increíble para conectar con los clientes, siempre los recibe con una sonrisa y responde a cualquier pregunta sobre el mundo del chocolate. También es una auténtica profesional envolviendo las clásicas bandejas doradas: precisión, rapidez y elegancia como pocas.

Y ahora hablemos de Guido. Guido es el nuevo propietario, un joven de treinta años que decidió arriesgarse adquiriendo una marca de gran trayectoria y prestigio: Catinari. Con valentía, asumió el control de la empresa, con el apoyo de un extraordinario equipo de colaboradores, y ha decidido crecer junto a ellos, aprovechando la experiencia y la pasión que ha descubierto en el laboratorio. Supervisa la parte comercial del negocio y se compromete constantemente a dar a conocer la marca Catinari en Italia y en todo el mundo. ¿Su sueño? Convertir los chocolates con infusión de vino en un símbolo de la excelencia toscana, gracias a la colaboración con las mejores bodegas de la región. Un sueño que construye día a día con dedicación y visión.